Haciendo la voluntad de Dios con todo el corazón

\"vela\"

Mateo 5:13-16

Ustedes son la sal de la tierra. Pero ¿para qué sirve la sal si ha perdido su sabor? ¿Pueden lograr que vuelva a ser salada? La descartarán y la pisotearán como algo que no tiene ningún valor. Ustedes son la luz del mundo, como una ciudad en lo alto de una colina que no puede esconderse. Nadie enciende una lámpara y luego la pone debajo de una canasta. En cambio, la coloca en un lugar alto donde ilumina a todos los que están en la casa. De la misma manera, dejen que sus buenas acciones brillen a la vista de todos, para que todos alaben a su Padre celestial.

Estas fueron palabras de Jesús a una multitud de gente que se reunía para escucharle. Les había hablado de las bendiciones, o bienaventuranzas, que recibirían al ser sus seguidores. Luego, les comisiona a ser esencia del mundo, sal y luz.

Los historiadores nos cuentan que la iglesia tuvo un profundo impacto en el mundo tenebroso del Imperio Romano, donde los niños se veían como un problema, la mujer era un objeto y no tenía derechos, los pobres eran esclavizados, la guerra era la rutina y las enfermedades traían dolor, miseria y muerte. Al verlo así, nos damos cuenta de que el estado humano no ha cambiado a lo largo del tiempo.

En su tiempo, Pablo y Pedro enseñaron y proclamaron el Evangelio en esas comunidades, insertadas en el contexto pagano, supersticioso y politeísta. Más tarde, otros seguidores lo harían. Se estima que, para el siglo IV, eran unos cinco millones de seguidores de Cristo, que se reunían en pequeñas comunidades.

Los que creían, se iban transformando y se dedicaban a una vida comprometida con Jesús. Se esforzaban por servir a los pobres y enfermos, y los que eran rechazados o perseguidos por las autoridades. No hacían distinción de origen o trasfondo. La mujer ocupaba un lugar importante y no era considerada inferior.

Eran comunidades drásticamente diferentes de todas las demás, y del contexto social y cultural del Imperio. Sus vidas eran tan diferentes que el Emperador Julián temía que ellos llegaran a controlar el imperio. En cartas escritas a los gobernadores de las provincias, Julián menciona su preocupación. Él piensa en un plan de acción por el cuál las autoridades también practicarían esos actos, distribuyendo alimentos y construyendo lugares de hospedaje para los pobres y viajantes. Su plan fracasó, porque ni el mismo Emperador pudo convencer a los sacerdotes paganos y los gobernadores de las provincias a ser amorosos y generosos. Él no entendía que esos eran frutos del Espíritu Santo y de la gracia de Dios, en los corazones de los que creían en Jesús y amaban a Dios.

John Stott, el conocido teólogo británico, refiriéndose a ese mismo período, menciona que las relaciones familiares, el amor por los niños y por las familias fueron radicalmente diferentes de lo que ocurría en la época.

Un elemento fundamental de ese impacto era la participación de todos los creyentes. Ellos vivían el Evangelio, lo aplicaban a su día a día. Cada uno servía según los dones recibidos, tal como lo había explicado el Apóstol Pablo.

Escribiendo a los efesios, Pablo una y otra vez habla sobre la iglesia, que Jesús había afirmado que establecería, como un poderoso vehículo para que la gloria, el poder y la gracia de Dios se manifiesten al mundo.

Todo esto es para que ahora sea dada a conocer, por medio de la iglesia, la multiforme sabiduría de Dios a los principados y las autoridades en los lugares celestiales conforme al propósito eterno que realizó en Cristo Jesús, nuestro Señor. Efesios 3:10 y 11

Más adelante, escribiendo a los esposos, a los hijos, a los esclavos y a los señores, Pablo les exhorta a dar testimonio con sus actos, actitudes, palabras y con todo su ser, haciendo real el Evangelio en sus vidas.

Casi cerrando su carta, escribe estas palabras:

Como esclavos de Cristo, hagan la voluntad de Dios con todo el corazón. Efesios 6:6b

Las tinieblas no podrán apagar la luz, y las puertas del infierno no prevalecerán.  Nuestro llamado y comisión continúa siendo ser sal y luz, ser discípulos, ser Iglesia, desde nuestros vecindarios, casas, hospitales, farmacias, comercios o lugares donde podamos o tengamos que servir, y en los campos misioneros en todo lugar.

Ante los increíbles eventos que observamos en nuestros días, en todo el mundo, y que ya nos impactan de cerca a todos, se hace cada vez más clara esta comisión de Jesús a todos sus seguidores. El “id por todo el mundo”, el “vayan ustedes” es para todos los seguidores de Cristo, en todos los lugares.

El coronavirus Covid-19 es una dramática realidad, que a lo mejor nos ha sorprendido a todos. Ha afectado a millones de familias en todo el mundo. ¡Pero no ha sorprendido a Dios! Él sigue “amando al mundo de tal manera” que envió a Su único hijo, y hoy nos llama a participar de Sus planes y de los propósitos eternos de Su corazón.

Nos solidarizamos con los pueblos y naciones, con nuestro amigos y vecinos, con iglesias, agencias, entidades y empresas impactadas, y con los misioneros. Nos unimos a todas las iniciativas de oración y apoyo. Hemos publicado algunas recomendaciones e invitaciones a participar de tiempos de oración en nuestra página www.comibam.org, en facebook.com/comibam y en twitter.com/@comibamint. Sigamos las instrucciones de las autoridades, oremos y participemos según sea oportuno.

Ahora, clamamos por los misioneros. Convocamos a todos a no dejar a un lado a los misioneros y a aquellos a quienes los enviamos. Muchos de ellos están justamente en las regiones más afectadas por esta pandemia. Oremos intensamente por ellos, enviemos correos, llamemos y continuemos apoyándoles con el sustento, tal vez en una forma muy sacrificial, como nunca antes.

El Salmo 33 es un hermoso mensaje para este tiempo. Le invito a leerlo, y cito los versículos 10 y 11.

El Señor frustra los planes de las naciones y hace fracasar todas sus intrigas. Pero los planes del Señor se mantienen firmes para siempre; sus propósitos nunca serán frustrados.

Hagamos la voluntad de Dios con todo el corazón.